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"Dudar siempre, ese es el éxito del escritor": Juan Manuel Roca, premio Vida y Obra 2021

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Hablamos con el escritor antioqueño Juan Manuel Roca Vidales, ganador del Premio Vida y Obra 2021 otorgado por la Secretaría de Cultura Recreación y Deporte, SCRD, en reconocimiento a su labor artística y cultural que abarca más de 60 títulos publicados entre libros, antologías y traducciones a sus textos. Su escritura ha sido referente para diferentes generaciones poéticas actuales.

En la librería Espantapárrafos, ubicada en la localidad de Teusaquillo, nos encontramos con el maestro Juan Manuel Roca para hablar sobre este importante premio al que fue postulado por Óscar López, un investigador de su obra quién le solicitó al escritor una documentación para participar en la convocatoria. En este espacio, que aunque pequeño se hacía enorme por la cantidad de literatura que albergaba, Juan Manuel nos habló sobre su trabajo, sus recuerdos de juventud al llegar a Bogotá  y contó historias sobre el barrio que tanto quiere, Teusaquillo. También contó cómo percibe la actualidad del periodismo cultural y durante toda la charla inspiró con su pasión y amor hacia la poesía. 

¿Qué le han dicho sus amigos y conocidos después de saber que ha recibido este reconocimiento?

La gente está muy contenta. Ha aparecido mucha gente del pasado que hace rato no sabía de mí ni yo de ellos durante muchos años, me han felicitado. Ha sido como una reunión de afectos en torno a esto. Realmente ha sido muy bonito a pesar de que al principio no entendía qué era lo que estaba pasando cuando me notificaron, porque Óscar, la persona que me postuló, solo me había pedido una documentación y pensé que me estaban enviando una invitación para ser un jurado, entonces cuando recordé de qué se trataba me tomó por sorpresa. 

¿Usted nació en Medellín, cómo termina viviendo en Bogotá?

Mi familia fue muy movediza. Nací en Medellín pero desde muy pequeño viví en Paris, Francia, por un cargo diplomático que tenía mi padre, pero yo realmente era un niño. Hay algo que me gusta de estar en contravía a la realidad y es que dicen que a la mayoría de los niños los trajeron de París pero en cambio a mí me llevaron (risas). Luego también vivimos pocos años en México donde tuve una preadolescencia muy fecunda, volví a vivir en Medellín y cuando empecé a escribir con más pasión y oficio me vine a Bogotá más o menos en el año 79 u 80. He vivido temporadas breves en Nicaragua, Cuba, pero realmente Bogotá es donde más he vivido y aunque mi acento ya no es paisa, tampoco es rolo, pero cuando voy a Medellín se me pega mucho el acento. 

¿Cuál es su lugar favorito de Bogotá?

Es Teusaquillo. El centro me gusta, cuando uno dice eso piensan que está un poquito loco pero me gusta. Creo que es un generador de identidad a pesar de ser un sector tan populoso y de estar cada vez más deteriorado. La Candelaria me gusta muy de paso. William Burroughs que vino a Bogotá y escribió unas cartas a su amigo Alex Nisbet, decía que está era la ciudad de América Latina donde más se sentía el peso muerto de España y lo decía con desprecio. Entonces yo creo que en La Candelaria se siente el peso muerto de España porque hay una energía represada de lo colonial que hace que el tiempo se sienta detenido y eso tiene su atractivo pero no es lo que más me gusta.

En una época me gustaba mucho Usaquén, cuando casi ni era de Bogotá sino un sitio aledaño, pero ahora se ha vuelto más turístico. Me gusta mucho la zona de la Circunvalar donde se respira mucho aire puro, se ve la ciudad muy bella y me encanta la sabana, la vegetación tan privilegiada que tiene esta ciudad es impresionante, pero los mismos bogotanos no tienen idea que existe. 

¿Qué significa para usted Teusaquillo?

Este barrio para mí significa muchas cosas gratas. he vivido en Teusaquillo la mayor parte de mi estadía en Bogotá. En alguna época viví en Chapinero Alto, luego un tiempo breve en La Candelaria, pero este ha sido mi ámbito y es un barrio que quiero mucho. 

De hecho, acabo de hacer una crónica sobre este lugar en la que cuento un poco su apasionante historia que desde los años 50 alberga toda esta arquitectura inglesa que me parece muy pretenciosa, porque son casas muy lindas que tienen los techos inclinados como en Londres para que escurra la nieve y aquí nunca ha caída una gota de nieve. Entonces tiene ese carácter mimético de la oligarquía bogotana donde vivían los que tenían plata y decidían hacer casas al estilo inglés, para comportarse como ingleses. Había gente en la Bogotá de los años 20 que leía el informe del clima en Londres para saber cómo vestirse en Bogotá (risas). Esas cosas hacen de Teusaquillo un barrio entrañable. Aquí han pasado tantas cosas y ha vivido gente tan importante para la vida nacional como Gustavo Rojas Pinilla; gente de todos los 'bandos' políticos, artistas y pensadores. Este es uno de los primeros sitios donde hubo un conglomerado árabe muy grande y unido, hasta el punto de que aquí existan dos sinagogas, así que Teusaquillo para mí es una pequeña ciudad dentro de una ciudad; así la siento y así la camino. ¡Me gusta! 

¿Nos podría contar alguna de esas historias que representan las calles de Teusaquillo?

Al inicio del Parkway hay una gran piedra en  homenaje a una mujer que fue la primera picapedrera de Bogotá, y es muy gracioso porque ella se llamaba Gema Pedraza; gema es piedra y Pedraza ni se diga (risas), entonces pareciera que le están tomando a. uno el pelo y eso captó mi atención. Considero que un sitio como el Parkway es una avenida muy poco bogotana porque es pretenciosamente europea, me asombraba pasear por ahí hace muchos años cuando todavía no era tan popular y lleno de gente, porque la convivencia era tan fuerte que se articulaban los árabes y judíos, estaba la sinagoga pero también un restaurante árabe donde ahora queda el Carulla y eso hacía que existiera una empatía extraña donde no existía ninguna Franja de Gaza. ¡Era muy simpático! 

También las vecindades con la Universidad Nacional le dan un toque muy estudiantil. El hecho de que por ejemplo Jorge Eliécer Gaitán viviera en esta zona de Teusaquillo que involucra a barrios como Palermo, La Soledad, etc. donde a su vez vivía Mariano Ospina Pérez que era la contraparte de Gaitán, hacen que este barrio sea bien particular y de alguna manera un poco intelectual. 

Poeta, ensayista, escritor ¿cómo percibe estas facetas?

Realmente lo que más me interesa es la poesía. No me canso de decir que se puede crear una teoría general de las artes a partir de lo poético para señalar que donde no hay poesía, no hay arte, ya sea en el teatro, en la música, en la cinematografía, para mí todo debe tener una poética y por supuesto la poesía en sí misma lo demanda con mayor claridad.

Pero de todos esos oficios que he tenido incluso como profesor de universidad, que es algo más bien reciente, la escritura de poesía ha sido mi epicentro. También he intentado escribir ensayos porque es un género que me gusta mucho. Tuve la experiencia de hacer novela pero no es un género que particularmente me agrade a pesar de que leí muchas novelas en una época, pero realmente el trípode de mis intereses literarios están el ensayo y la poesía porque en ellos convergen el lenguaje, la reflexión sobre el mundo; sobre la lírica; sobre la historia. Creo que son dos tipos de escritura muy ambiciosas porque uno se puede pasar toda la vida intentando entender el mundo o entenderse a uno mismo a través de ellos, con la finalidad de traducirse a uno mismo para traducir a los demás, pero nunca se tiene la certeza de lograrlo, sin embargo cuando se logra, deja un sabor grato al saber que hay gente que se nutrió con lo que uno ha escrito o ha intentado escribir, a pesar de todas las dudas que eso conlleva. 

¿Cuáles dudas lo han embargado?

Un escritor es un pastor de dudas. Los que tienen muchas certezas generalmente tienen tanta seguridad que no se dan cuenta que muchas cosas pueden ser mejores. Creo que uno de los ingredientes importantes que debe tener alguien que empieza a escribir es dudar de lo que hace, no dar por sentado que lo que produce ya está sellado y cerrado porque todo es susceptible de mejora, ese es el éxito del escritor. Muchas veces uno escribe un poema o un ensayo y lo publica, después de un tiempo vuelve a leerlo y en muchos casos quiere cambiar cosas porque la literatura es una gran insatisfacción, el que está satisfecho, está muerto.

Pero esto no solamente aplica para la literatura, los seres humanos satisfechos para mí resultan sorprendentemente huecos, vacíos y detestables como por ejemplo los banqueros, los grandes empresarios, esos que no tienen una duda sobre las cosas porque el epicentro de sus intereses es excesivamente pragmático. En cambio, cuando uno escribe o se dedica a las artes no se tienen esas certezas porque el camino es muy dubitativo.

Sus obras también se han traducido a idiomas como el francés, portugués, italiano, inglés ¿con cuál de estas lenguas siente que su obra se escucha bonito y se lee bonito?

Las lenguas romances nos entran más fácil al oído. He escuchado leer mis poemas con mucho agrado en portugués, en italiano, me suena tan hermoso que pienso que puede que mi poesía no sea tan buena y que de pronto los estamos estafando porque con esas lenguas se oye tan bonito que cualquier cosa puede ser bella (risas). En ruso me han traducido algunos poemas y me parece también que es bonito aunque tiende mucho a la declamación que no me gusta tanto, pero es un idioma muy bello. 

¿Cuál es su percepción del periodismo cultural actual?

Creo que es muy pobre. Se ha ido desgastando de manera progresiva en la misma medida en que el país también ha sido golpeado culturalmente. Me parece que antes había otros suplementos que también cumplían con una labor cultural importante pero eso ya desapareció.

Desgraciadamente muchos medios han caído en manos de gente que no son periodistas ni les interesa realmente la comunicación y menos la cultura, entonces se han banalizado demasiado. Por ejemplo todo ese columnismo que hubo y los grandes cronistas que existieron en los años 20, 30 y 40 como Luis Tejada, Jaime Barrera Parra, escritores excepcionales que marcaron una época, no han tenido recambio sino algo ocasional y transitorio de figuras aisladas que no han llegado a darle ese corpus que tuvo el periodismo cultural.

En general el periodismo se ha banalizado mucho y de eso se han encargado los mismos medios. Creo que la gente se ha volcado a lo digital por las facilidades que ya conocemos, pero también por la carencia de medios impresos que de verdad signifiquen algo para leer, por lo que considero que ningún periódico en Colombia está haciendo un buen periodismo cultural, entonces la gente acude a esos aparatejos para consumir solo noticias. El buen periodismo cultural es aquel que te pone a reflexionar, que crea luces en relación a un ámbito que no necesariamente es el nuestro y que tiene una apertura en donde caben todas las artes. Creo que lo cultural y las artes están tan ligadas y son tan importantes, pero aquí cada vez tienen menos interés y por eso ha ido desapareciendo. 

¿Qué es lo más difícil de escribir?

Depende, hay circunstancias en las que escribir un telegrama es más difícil que escribir una biblia. Pero lo que me demanda más rigor es la poesía, que para mí es la mayor de las artes.